Este trabajo ofrece una interpretación renovada sobre el gran número de obras hidráulicas que se llevaron a cabo en los ríos valencianos en los siglos XVI y XVII. El análisis comparado ha permitido plantear que la innovación que supuso la edificación de las monumentales “presas levantinas” del Renacimiento no fue un hecho aislado ni estuvo limitada a los más destacados ingenieros de Felipe II, sino que hubo una tradición constructiva que fue perfeccionada progresivamente por artesanos. Un aspecto clave fue el auge de las construcciones góticas y la creación del gremio de maestros canteros de Valencia en el siglo XV. Este colectivo, junto con las cuadrillas de maestros itinerantes, especialmente de origen vasco, comenzó a aplicar el arte de la estereotomía en varios ríos, y más concretamente en los azudes, que pasaron de ser infraestructuras efímeras elaboradas con materiales débiles a convertirse en auténticos edificios de piedra picada y argamasa, lo que permitió un aumento de la resistencia y una mayor fiabilidad en la captación del agua